miércoles, 1 de junio de 2011

Mochileo Argentina verano 2011

En mi locura interminable de viajar y recorrer el mundo, siempre dije que primero quería conocer Chile, y luego ir saliendo de mi chilito lindo a conocer otros países. Y así fue. Hace unos 5 años que vengo mochileando por Chile, sus cordilleras, lagos, ríos, pueblos y ciudades. Este año decidí salir, ¿Donde?: Argentina, el país de los engreídos, si hasta su acento tiene pinta de alarde, el país donde nadie te va a extender una mano, y te discriminarán por ser chileno. Nada más lejano de la realidad. Argentina para mí, hoy, tiene un sentido pleno, misterioso y encantador, su gente, preciosos tesoros que se expanden desde la provincia de Jujuy, pasando por Salta, Chaco, Corrientes, Santiago del Estero, Misiones, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, fueron los encargados de hacerme interiorizarme y dejar una parte de mi persona allá.


Al rededor de unos 4500 Km recorridos a “dedo”, 11 provincias conocidas, muchos pueblos y ciudades, y cientos de historias y personas que marcaron mi existencia, constituyen y construyen una etapa de mi vida en la que me he dado cuenta que existen fronteras, pero que también existen las no fronteras. El conocer a gente, saber lo que piensan, reír juntos, preocuparse y escuchar la historia de un pueblo vecino, su política, y su estructura sociocultural habla de eso, de las no fronteras. Somos de un continente, con su propia identidad, sufrimiento parecido, en donde compartimos la angustia de vernos gobernados por una manga de ineptos, jugando a la Gran Capital, y velando por los intereses de unos pocos. Somos Latinoamericanos. Pertenecemos a un continente que sabe lo que es la opresión, la esclavitud y la injusticia durante siglos. Tal como dijo Galeano: nos hicimos pobres gracias a nuestras riquezas.

Ellos, los argentinos, son los del mate, las motos, el Fernet con Coca, las fábricas recuperadas, la cerveza Salta, la Selva Misionera, las Cataratas de Iguazú, los trenes antigüos en funcionamiento, el Tereré, la pasión guaraní y un cariño inmenso por la gente extranjera. Ellos son los que sufrieron las penurias de un proceso socioeconómico injusto, el corralito, más q proceso, fue una trampa mortal, donde muchos inocentes quedaron en la ruina, a parte de los bancos que estafaron a mucha gente. Menen presente, el "vende patria", odiado por muchos, no tuve UNA referencia buena hacia El, durante el viaje. Los Kishnner? .. algun rayo de luz me dieron, pero por ahi nomás.

Mochila, carpa, cocinilla y guitarra aprendí a buscármelas solo. A gastar poco, vivir con lo justo y comer lo necesario. Aprendí que con unos buenos zapatos cómodos, puedes ir donde se te antoje, y caminar hasta cuando no puedas mantenerte en pie. Literalmente la vida iba en una mochila, caminando, viva a través de mí, un ser humano que busca ser alguien que sepa en que mundo vive. Creo que nunca lo lograré del todo, saber eso significaría vivir en cada pueblo existente, en cada rincón de este planeta. Sin embargo, las aproximaciones y generalizaciones, en este caso, ayudan, y permiten construir algún Tipo Ideal donde poder hacer descansar mis pensamientos, mis argumentos, mis visiones de mundo, y mis creencias.

Eso tiene un mochileo, el ahora y el pasado. La memoria y el olvido. Tanta gente conocida, y tantas palabras gastadas. Tantas risas reídas y tantas canciones cantadas. Un libro y escribo todo lo que viví, cada palabra que dije. Un libro y detallo por ejemplo, la vida de don Oscár, camionero jujuinino, que dedica su vida a su familia, y a sus camiones, a su patrón mejor dicho. Qué hombre, más sincero, amoroso, cariñoso, preocupado, y cansado de la vida. Un hombre que no tenía miedo a cantar, con su potente voz canciones de la nueva ola y que al momento de tomar cerveza, la llamada “birra”,la compartía sin pensarlo. Así como compartía su birra, compartía sus sentimientos, sus afanes, sus aventuras, sus tristezas más grandes. Un libro y detallo las locuras y buenas conversaciones de John Lenon junto a sus secuaces, a Julio y su familia hospitalaria en la selva misionera de San Ignacio, a los tantos artesanos de Iguazú con los que compartí y descubrí que la vida puede ser vivida como se quiera y como se te antoje. Si quieres puedes, como un amigo peruano, tomar tus cosas y dejar tu aburrida vida, irte a la selva amazónica y recorrer comunidades indígenas, vivir con ellas. O también puedes ir vendiendo artesanías de ciudad en ciudad, haciendo música en locales para vivir junto a tu hijo, o tal como un amigo francés con el que recorrí las Cataratas: trabajar 4 años, juntar el dinero, y con eso recorrer todo el mundo de forma cómoda y relajada al tomar un año sabático. Y es que una gran lección puedo sacar al fin de todo, la vida es digna de ser vivida, y esto último tiene que ver con poder vivir la búsqueda del interior de uno mismo, responder a tus preguntas, conocer lo no conocido. Respecto a esto último también me he dado cuenta de lo importante que es la amistad desinteresada, el compartir con gente muy diversa, el hablar, el comunicarse, es una base fundamental para conocerse a uno mismo, y el mundo en el que estamos. Por esto creo que mientras haya un país sin conocer, puedo ir allá y seguir descubriéndome, descubriendo nuevas formas de sufrimiento, formas de dominación, formas de arte, de expresión, de vida.


Sin duda es imposible resumir un viaje de 30 días mochileando en 3 páginas, pero lo había hecho. El problema es que (justamente el último día de viaje) me robaron el diario que había escrito, ahí tenía cada nombre, cada detalle, cada respiro que di en Argentina. Pero ya asumido esto, me pude dar cuenta que lo vivido allá no se quedó en apuntes, en notas, se quedó en mi experiencia, en mi cuerpo, en mis pies, en mi andar. Cada buena persona que conocí marcó profundamente mi vida, y ayudó a descubrirme a mi mismo, a entender que somos seres relacionales, que no somos nada sin el que próximo, el cercano, que si hay una cosa que debe orientar nuestra vida debiera ser la amistad, el compañerismo, la ayuda no interesada, las conversaciones, la preocupación por el otro. En este sentido es que soy cristiano, y encuentro en el cristianismo una fortaleza increíble: en que valora al OTRO. Una filosofía que se contrapone a la doctrina filosófica imperante del “consume y serás”, donde el tener es sinónimo de ser, de existir, y bueno de las filosofías existencialistas en general. Jesús viene a imponer un nuevo esquema que tiene relación con amar, donde la importancia no reside en las cosas materiales sino en la persona misma, un valor intrínseco del ser humano. El problema es que en todos lados hay sufrimiento e injusticias en muchos aspectos, sobretodo en los aspectos económico y políticos. Parece ser que en todos lados lo modelos políticos de gobierno no funcionan, son viciados, y son de utilidad para un grupo minoritario de personas en la sociedad. Como consecuencia de esto aparecen la pobreza y sus derivadas, por ejemplo, la falta de acceso a la salud, a mejor educación, toman parte de esta crisis de los modelos políticos.
Junto a esta crisis, y como continente latinoamericano hemos visto durante siglos cómo empresas de otros países vienen se instalan y explotan nuestros recursos, alterando nuestra naturaleza, nuestros pueblos, nuestra cultura. Todo esto es más terrible cuando vemos que lo hacen de forma legal, y muchas veces, sin restricciones. No podemos tolerar esto, debemos cuidar lo que tenemos nuestro ambiente, el lugar donde nos vemos nacer y morir. No podemos dejar que gente de afuera venga e irrumpa en nuestra vida, nuestras costumbres, nuestro mundo. Es cierto que ya llegaron, nos invadieron, pero hoy el ciudadano o habitante de un determinado pueblo-ciudad puede y debe hacer frente estos procesos, nos podemos organizar, luchar y plantear en términos concretos el malestar general, colectivo, este gran malestar que los pueblos latinoamericanos tenemos. Concretamente hay mucho que hacer, comenzando por replantear nuestros valores, nuestra filosofía, nuestras prioridades, nuestras preocupaciones más profundas…
Estos son algunos apuntes, conclusiones que puedo sacar de tanto caminar, de tanto conocer, de tanto sorprenderme con este gran país o zona geográfica que han llamado Argentina. Su gente, sus lugares, si cultura, es muy distinta a la chilena, y vale la pena conocer a fondo. Sin duda un viaje inolvidable que vale la pena recordar...

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